Así ataca la depresión enmascarada: «Quienes la sufren pueden ser hiperfrecuentadores de los servicios médicos»

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Todos hemos ido generando una cierta imagen mental de los trastornos depresivos: la persona apática, abúlica, triste, incapaz de salir de su casa. Es comprensible, pues estos rasgos responden a algunos síntomas característicos y preocupantes de la condición (y porque necesitamos crearnos ciertos mapas mentales para conceptualizar el mundo que nos rodea), pero puede llevar a error. La depresión tiene muchas caras diferentes.

«Un modo de expresión de un cuadro depresivo»

Con el aumento de concienciación sobre la salud mental en nuestra sociedad, uno de los términos que suena cada vez más es el de ‘depresión enmascarada’. Tal y como explica a 20minutos  Rubén Sanz Blasco, profesor de psicología de la Universidad Complutense de Madrid y director del Centro Cuarzo de Psicología Científica, el concepto hace referencia a «un modo de expresión de un cuadro depresivo donde prevalecen los síntomas fisiológicos o somáticos (dolores musculares, cefaleas, etc.) y no tanto aquellas características que son más definitorias de una depresión mayor como lo son la tristeza y la anhedonia (perdida de la capacidad para sentir placer)»

No se trata pues de un trastorno diferenciado: «Aunque las expresiones físicas o somáticas son parte de los criterios para el diagnóstico de una depresión», apunta el experto, «la denominada depresión silenciosa o enmascarada no se encuentra reconocida en las clasificaciones de los trastornos mentales a nivel internacional como puede ser el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM). Por tanto, no estaríamos hablando de un trastorno con entidad psicopatológica propia»

Imagen de archivo de una mujer deprimida.

Esta caracterización, en la que predominan los signos fisiológicos por encima de los psicológicos, dificultan muchas veces que incluso quien padece el problema pueda sospechar su verdadera naturaleza: «Lo que está ocurriendo es que la persona presenta un problema de identificación emocional, no es capaz de atender y percibir con claridad la problemática que se puede esconder tras esas manifestaciones fisiológicas». 

«Suele ocurrir con otros problemas, donde la persona acude generalmente a una consulta médica con quejas somáticas de distinta índole (taquicardias, dolores de estómago…) pero sin tener conciencia de que esas manifestaciones pueden ser la expresión fisiológica de un problema emocional», añade Sanz.

«La persona esconde la sintomatología principal»

Lógicamente, esto puede plantear también un problema para los propios profesionales sanitarios. Según desarrolla el psicólogo, «son pocas las personas que acuden a una consulta de atención primaria manifestando directamente problemas de carácter emocional como tristeza excesiva, ansiedad, etc. Más bien refieren síntomas difusos como dolores de cabeza, tensiones musculares, etc.» 

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«Habitualmente resulta complicado reconocerlos ya que la persona, por regla general y al no identificar con claridad lo que le sucede, esconde la sintomatología emocional principal en diferentes quejas de tipo somático. La depresión queda escondida en un cansancio difuso, en dolores indefinidos o en otras quejas de tipo orgánico», prosigue.

«La persona puede convertirse en un hiperfrecuentador de los servicios médicos, siguiendo tratamientos farmacológicos para la sintomatología referida, pero sin alcanzar el alivio que se espera ya que el origen y la explicación de su problema se encuentra en otro nivel muy distinto», apostilla.

«Un tratamiento psicológico es fundamental»·

Sea como sea, es importante recordar que en última instancia la depresión enmascarada sigue constituyendo un trastorno depresivo, con los riesgos, complicaciones y repercusión en la calidad de vida que ello conlleva. Por eso, si tememos estar sufriendo este tipo de cuadro, es vital pedir ayuda.

Una madre sujeta a su bebé en una imagen de archivo.

«Como haríamos con cualquier otro problema de salud», concuerda Sanz, «ante la sospecha de un trastorno psicológico, con independencia de las particularidades en cuanto a su expresión, lo más recomendable es acudir a un especialista con el objetivo de que se lleve a cabo una evaluación pormenorizada para detectar las variables fundamentales que están conformando el problema». 

«A partir de ahí, comenzar con un tratamiento psicológico lo antes posible resultará fundamental para evitar, en la medida de lo posible, la cronificación del problema», concluye.

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