El futuro de las terapias psicodélicas: «Producen mejoras significativas, pero a veces generan crisis o episodios psicóticos»

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Ocuparon un papel central en los rituales religiosos de antiguas civilizaciones; luego llegó Woodstock (el del ’69, por supuesto), la contracultura, la prohibición y el estigma. Son las sustancias psicodélicas, y en este mismo momento están experimentando un insólito renacimiento a medida que los científicos se reconcilian con su potencial terapéutico.

A muchos les sonará a terapias alternativas y pseudociencia, pero nada más lejos de la realidad. Lo explica a 20minutos Juan F. López, investigador del Instituto de Parasitología y Biomedicina López Neyra y miembro del CSIC, embarcado dedicado actualmente al estudio de este mismo campo.

«Producen estados alterados de conciencia»

‘Sustancia psicodélica’ es un término algo vago científicamente hablando. Por ello, llegados a este punto es preciso acotar más: «Desde un punto de vista neuroquímico o farmacológico», arranca López, «los psicodélicos son sustancias alucinógenas que producen su acción interaccionando con los receptores a los que se une la serotonina«. Por aclarar, «la serotonina es uno de los neurotransmisores que produce nuestro cerebro para su funcionamiento».

Las alucinaciones son un fenómeno incomprendido y estigmatizado.

Este mecanismo de acción implica que los efectos de estas sustancias sobre el organismo tienen algunas similitudes: «Entre ellas», señala el investigador, «tienen en común que producen alucinaciones y estados alterados de la conciencia tras su consumo».

Atendiendo a esta definición, detalla, «se diferencian entre sí por su estructura química y por su origen, por si proceden de fuentes naturales (esencialmente plantas) o si son producidos de forma sintética». Si regresamos, por un momento, a la acepción más amplia, las diferencias entre ellas son lógicamente más pronunciadas: «Si nos referimos a sustancias alucinógenas en general, podemos diferenciar los psicodélicos serotoninérgicos, que actúan sobre los receptores de serotonina (por ejemplo, el LSD, la psilocibina o la dimetiltriptamina), los anestésicos disociativos (ketamina o fenciclidina) que se unen a los receptores de glutamato y los entactógenos (MDMA o ‘éxtasis’ que interaccionan con distintos transportadores de neurotransmisores».

«Otros tipos de sustancias psicoactivas no se han visto sometidas a estas restricciones»

Sea como sea, no es la primera vez que estas sustancias llaman la atención de los científicos. De hecho, no pocas de ellas ‘nacieron’ en laboratorios farmacéuticos hace ya varias décadas.

Setas alucinógenas (hongos psilocibios).

Según cuenta este experto, «el interés científico por las sustancias psicodélicas se inició a mediados del siglo XX, tras el descubrimiento del LSD (diletamida de ácido lisérgico) por Albert Hofmann en 1948 en los laboratorios de la farmacéutica Sandoz. Posteriormente, durante las décadas de los 50 y los 60, incluso se llegaron a utilizar para facilitar la terapia psicodélica gracias a los estados alterados de la consciencia que producían».

No obstante, la investigación con estos peculiares compuestos cesó abruptamente poco después. «A principios de los 70, el Gobierno de Estados Unidos decidió clasificar los alucinógenos dentro del grupo de sustancias estupefacientes prohibidas en lo referente a su uso o prohibición. Esto no tenía una base científica clara, sino que más bien fue una respuesta social y política a la mitificación de las sustancias psicodélicas dentro de los movimientos de contracultura del momento, relacionados con las protestas contra la guerra de Vietnam por ejemplo. A partir de los años 90, se retomó la investigación con este tipo de sustancias hasta nuestros días», narra López.

Esta carga política que adquirieron los psicodélicos impidió en buena medida que ampliásemos nuestro conocimiento sobre ellos, lo que ha supuesto, a nivel de su uso médico, una importante diferencia respecto a otras sustancias psicoactivas: «Otros tipos de sustancias psicoactivas», dice, «como los opiáceos o las benzodiacepinas no se han visto sometidas a estas restricciones porque ya se conocía su potencial terapéutico como analgésicos o ansiolíticos respectivamente. El potencial terapéutico de los psicodélicos es algo que se está investigando en estos momentos».

Muestras de 2-CB.

«Parece que induce plasticidad neuronal»

Ese potencial, según lo que sabemos actualmente, parece especialmente prometedor en el ámbito de la salud mental. «Se estudia su uso», comenta el investigador, «como medicamento para el tratamiento de varias enfermedades mentales, entre las que se incluirían el trastorno depresivo mayor, el trastorno de estrés postraumático y diferentes tipos de adicciones: tabaco, alcohol, opiáceos…».

Y es que la evidencia disponible parece indicar que estas sustancias son capaces de inducir cambios duraderos en el cerebro humano: «Las hipótesis que barajamos sobre el mecanismo de acción de estas sustancias, desde un punto de vista terapéutico, tienen que ver con la inducción de plasticidad a nivel neuronal», apunta.

«Es decir, la activación de los receptores a los que se unen provoca un incremento del número de dendritas, que son las prolongaciones que usan las neuronas para conectarse entre ellas. Como consecuencia, también aumentará el número de conexiones neuronales o sinapsis», añade.

Las palpitaciones, la sensación de ahogo, la angustia y las fobias son los síntomas más generalizados de la ansiedad.

«Se ha demostrado en experimentos realizados sobre neuronas en cultivo que este tipo de sustancias alucinógenas promueve de forma significativa este tipo de fenómenos de neuroplasticidad», apostilla.

Lo que sigue sin estar claro, por ahora, es de qué modo encaja aquí la experiencia subjetiva que provocan estas sustancias: «Que exista una correlación, o relación causa-efecto directa, entre los fenómenos de plasticidad a nivel celular, los efectos comportamentales relacionados con los estados alterados de la consciencia y la acción terapéutica beneficiosa para determinados trastornos mentales es una cuestión a la que estamos dedicando nuestro empeño los investigadores que trabajamos en este tema».

«No todas las experiencias son positivas»

El tratamiento con sustancias psicodélicas, con todo, plantea una serie de retos únicos. Tal y como desarrolla López, «una característica de las sustancias psicodélicas en comparación con otros tipos de psicofármacos es que los efectos que producen tras su administración son dependientes de lo que se conoce en inglés como el set y el setting«.

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