Ver sonidos y oír colores: así es vivir con sinestesia, la condición que mezcla los sentidos

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Aquí lo tenéis y espero que os guste:

El ser humano tiene asociados cinco sentidos: el gusto, el tacto, el olfato, la vista y el oído. Hasta ahí todo normal, nada que no sepamos, pero… ¿Qué pasa cuando se mezclan? La sinestesia es un proceso neurológico, que le sucede a pocas personas, cerca de un 4% de la población. Estas son capaces de oír colores, de ver sonidos o de apreciar texturas cuando saborean algo. ¿Cómo es esto posible?

El doctor en Psicología Juan Lupiáñez, junto a la investigadora en Neurociencia Cognitiva Alicia Callejas –en el libro Sinestesia: el color de las palabras, el sabor de la música, el lugar del tiempo– define a las personas sinestésicas como aquellas que cuando perciben un estímulo sensorial, lo atribuyen a otro considerado incompatible por la mayoría. De este modo, por ejemplo, cuando un sinestésico escucha una nota musical, la nota no solo se aprecia más o menos aguda, sino que además tiene sabor o color: «Puede tener un sabor fresco, a sandía, o puede verla de color verde limón». Así, las personas con sinestesia pueden ver colores cuando escuchan música o son capaces de saborear las palabras.

El Kabuki, teatro tradicional japonés, también se plasma en el diseño de una mascarilla en Ciudad de México.

¿Por qué se experimentan estas sensaciones? ¿Somos todos un poco sinestésicos? ¿Son ellos los ‘diferentes’ o, por el contrario, son más avanzados, ya que son capaces de experimentar muchas más sensaciones que el resto?

Qué es la sinestesia

La ciencia intenta arrojar luz sobre estas preguntas al mismo tiempo que nos hace plantearnos cómo están organizados nuestros sentidos y el complejo funcionamiento de nuestro cerebro. Indagamos en el origen y los síntomas de este proceso neurológico que se cree que sufrieron personajes tan célebres de la historia como Vincent Van Gogh, Wassily Kandinsky o Nikola Tesla. 

Una chica joven escuchando música con auriculares.
Una chica joven escuchando música con auriculares.
Getty Images

La palabra sinestesia ya es bastante aclaratoria, proviene del término griego aisthesis (percepción) y syn (unido), por lo que literalmente significa “percepción unida”. Intentando encontrar un término más actual, podríamos decir que la palabra ‘sinestesia’ (muchas sensaciones) es lo contrario que ‘anestesia’ (ninguna sensación).

El primer dato científico sobre la sinestesia se debe a Francis Galton (1880). Galton observó que un pequeño porcentaje de personas, frente a la estimulación de un sentido (por ejemplo, el oído), desencadenaba otra modalidad sensorial añadida (por ejemplo, la vista). 

En el estudio La sinestesia: sentidos sin fronteras de la Facultad de Psicología de Granada, explican que esto sucede porque las áreas que se encargan del color, de los números y los centros auditivos están muy próximas entre sí, provocando una activación transversal de esas áreas, es decir, se produce una conexión entre las áreas contiguas tras la presentación de un estímulo. Lo que se conoce como una ‘actividad cruzada’ entre diferentes zonas del cerebro. De hecho, es muy común que las personas con sinestesia sean más creativas y tengan más memoria debido a que su cerebro tiene un mayor número de conexiones.

No es nada nuevo la relación de la sinestesia y la creatividad. Artistas como Lady Gaga y Kanye West aseguran padecerla y han reconocido que puede llegar a ser una fuente de inspiración.

Así es vivir con sinestesia: ir en metro, toda una odisea

Ana Rodríguez es sinestésica, se dio cuenta cuando llegó a Madrid a los 14 años y, desde entonces, era completamente incapaz de aprenderse las líneas de metro. «Luego supe lo que era la sinestesia», señala. 

Hay más de 70 tipos de sinestesia diferentes, Ana sufre sinestesia grafema-color, la más común, por la cual asocia palabras y números con colores. Esta vinculación no tiene necesariamente que coincidir con la nomenclatura oficial, por ejemplo: la línea 1 del metro de Madrid es de color azul claro, pero Ana, cuando piensa en el número 1, lo asocia -sin ningún tipo de duda- con el color negro. 

¿Y el resto de colores?

Coger el metro es todo una odisea para Ana, ya que si no está pendiente es muy probable que se confunda de línea. Para ella es algo totalmente automático e involuntario. Y pasa con lo demás números: el 2 es de ‘color’ beige amarillento, el 3, azul; el 4, verde; el 5, rojo; el 6, naranja… Para ella, tiene todo el sentido del mundo. ¿Y para el resto? Es complicado buscar una explicación concreta teniendo en cuenta que dos sinestésicos no tienen necesariamente que coincidir en su asociación. Ana ve el número 2 de color amarillo y Antonio lo puede ver marrón. Todo lo que rodea a la sinestesia está empañado por un halo de misterio científico que poco a poco va viendo la luz.

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